domingo, 14 de febrero de 2010

Charo Ema, directora del Teatro Cervantes y del Echegaray: «En la programación del Cervantes falta un ciclo de teatro clásico español»


"Estamos tan mal de dinero que lo tenemos que mirar todo con lupa», admite la responsable de los teatros municipales

Mantiene la ilusión y las ganas de cuando hizo las maletas hace algo más de un año para instalarse en Málaga y ocupar el despacho de la dirección del Teatro Cervantes. Pero ha sido «duro». Ha ganado en responsabilidad, en tensión y además -confiesa- ahora duerme menos. Los números le quitan el sueño. Charo Ema tiene una cartera de proyectos repleta de ideas e iniciativas, pero «estamos tan mal de dinero que lo tenemos que mirar todo con lupa». Las cuentas del teatro municipal se han recortado un 9,4% respecto a 2009, un año en el que el presupuesto ya sufrió una caída del 23%. Pese a todo, Ema pone al mal tiempo buena cara. «Lo importante es que con todas las dificultades que tenemos, avanzamos», afirma.

-¿Qué balance hace del Festival de Teatro que hoy termina?

-La respuesta del público ha sido estupenda. Hoy por hoy -con el taquillaje a fecha del jueves- tenemos más público que el año pasado. También hemos tenido mejor recepción de la crítica. Estoy encantada.

-Entonces, ¿opina que la calidad no está reñida con un recorte presupuestario?

-No. El recorte del presupuesto lo que te hace es más difíciles las cosas, te obliga a devanarte más los sesos. Lo que el presupuesto amplio te da es tranquilidad y un talonario del que tirar. Eso da muchas facilidades, aunque puedes hacer una programación errónea igualmente. Podemos seguir mejorando la oferta desde el punto de vista de la calidad sin hacer temblar el presupuesto. El presupuesto se nos descompensa por otros lados, no por eso.

-¿Por qué lados?

-Digamos que por lados de índole interna. Un teatro es un edificio que hay que mantener, cuidar, barrer, limpiar... Es decir, un espacio al que hay que atender y que tiene muchos años, en el que hay que cambiar cosas, como el tendido eléctrico. Luego están las personas que trabajan dentro. Y en estos aspectos no puedes hacer recortes, al contrario.

A taquilla

-Y el hecho de contratar a taquilla, ¿supone una gran limitación a la hora de programar?

-Antes era una limitación, porque existía la costumbre de que el teatro, como tenía dinero, pagaba cachés y caros; pero hemos tenido la desgracia de que todos hemos sufrido la crisis y todos hemos comprendido que había que trabajar de otra manera.

-¿El Cervantes se puede permitir un estreno nacional?

-Se lo podría permitir, pero... Por ejemplo, me parece que en la programación falta un ciclo de teatro clásico español. Pero tiene sus problemas, porque como son producciones que requieren ensayos, montajes... eso lo encarece mucho. Es una de las cosas que a lo mejor el teatro tiene que esperar para podérselo permitir. Hoy por hoy, estamos tan mal de dinero que lo tenemos que mirar todo con lupa. Lo bueno es tener los proyectos en una carpeta de proyectos y no olvidarlos.

-¿Qué pasará con el Festival de Jazz, que se suspendió el año pasado?

-El año pasado nos vimos obligados a prescindir de él porque no había dinero. Este año vamos a ver cómo nos las arreglamos para incluir el festival o un ciclo de jazz. Y lo mismo con Málaga Ritual. Yo lo quiero recuperar, y si hace falta recuperarlo de otra manera, así se hará. Quiero mantener o mejorar, pero nunca perder.

-¿Se mantendrá entonces el festival de verano El Terral?

-Sí. Es un sueño, pero a mí lo que me gustaría es convertir a Málaga en el Edimburgo del sur, con sus características propias. Pero para eso necesito el concurso de todos. El Terral debe ser un proyecto de ciudad, que todas las instituciones pongan encima de la mesa todo lo que tengan para el mes de julio. Sin protagonismos. Si consiguiéramos saltarnos esa cosa tan española de la individualidad y fuéramos capaces de trabajar en equipo, podríamos conseguir muchísimas cosas. Lo planteamos el año pasado pero no llegamos a un acuerdo porque ya era tarde, pero a ver si este lo conseguimos. Ahora con la campaña por la Capitalidad Cultural en 2016, quizá lo logremos.

-¿Lo ve difícil?

-Es difícil, pero a mí nadie me cobra por soñar, me cobran por todo lo demás (risas).

-¿Siente que tiene el respaldo de las instituciones?

-Creo que las instituciones, cada una, quiere aportar su grano de arena, pero el suyo. A nadie le gusta poner sus cerezas en el mismo cesto en el que las ponen otras, sencillamente porque quiere poner en valor su gestión.

El Teatro Romano

-Hablaba de teatro clásico, ¿podría volver el teatro grecolatino al Teatro Romano?

-Está en la carpeta. En el Teatro Romano hay una especie de choque: el suelo es del Ayuntamiento; y la gestión, por las implicaciones arqueológicas, es de la Junta. Ahí es imprescindible y es deseable que se llegue a un acuerdo para la utilización, para el disfrute y para la rentabilidad de ese espacio. Hay que recuperar un ciclo de teatro grecolatino en verano y en el Teatro Romano.

-¿Se han iniciado ya los contactos con la Junta?

-Estamos hablando con todo el mundo. Pero habría que elaborar un proyecto, perfilarlo, cuantificarlo, dar un presupuesto, presentarlo... y que digan que no con eso en la mano. Hasta ahora lo que hemos hecho todos, yo incluida, ha sido lamentarnos de la no utilización del Teatro Romano. Hay que dejar de lamentarse y empezar a planificar un buen ciclo de teatro grecolatino. Yo sé que es un empeño del alcalde, y mío.

-Si la situación económica fuera otra, ¿a quién le gustaría ver en el escenario del Cervantes?

-Un capricho: algunos montajes de teatro que hace Mario Gas en Madrid. Pero lo que me gustaría es crear una fuerte colaboración entre todos los teatros andaluces y que pusiéramos en pie obras y nos trajéramos obras que a lo mejor a un solo teatro no le compensa. Es decir, organizarnos nuestra propia gira. Pagar viajes, hoteles, vestuario... es muy caro para uno, pero a lo mejor para ocho ya no lo es tanto. Me gustaría que las cuestiones de tipo político fueran secundarias a la hora de hacer una programación cultural importante. Y ahora tenemos una oportunidad fantástica con la campaña que queremos hacer para la Capitalidad Cultural.

-¿Para ser gestor cultural hay que tener mucha diplomacia?

-En todo hay que tener diplomacia, hasta para vender lechugas. Hay que saber jugar en varios terrenos y, al mismo tiempo, ser muy consciente de dónde estás y para quién trabajas.

-Y si el presupuesto fuera más amplio, ¿prescindiría de espectáculos que ahora sí se programan?

-No. En el Teatro Cervantes tratamos de que la programación sea ecléctica, tiene que servir a todos los ciudadanos de Málaga. Lo que no puede quedar es ningún colectivo desatendido. Me parecería mal que hubiera todo un aspecto de la vida artística, teatral o escénica que quedara olvidada. Creo que estamos cumpliendo con nuestra labor.

-¿Le afectan las críticas?

-Me afectan como a todo el mundo, las estudio y con algunas críticas negativas estoy de acuerdo. Lo que me molesta es la mala idea, pero la crítica no; eso es muy saludable porque te ayuda a ver cosas que tú no habías visto. Ahora, hay otros comentarios que no obedecen a un análisis teatral del hecho, sino que van por otro lado. Y esa, a veces, sí molestan más. Pero también van incluidas en el sueldo. Lo tengo que asumir, si no me dedico a otra cosa.

-En una ocasión dijo que al Cervantes «le venía pequeño el traje». ¿Con el Echegaray le queda mejor?

-Sí. Se nos había quedado pequeño porque en el Cervantes, por tratarse de un teatro de unas dimensiones y unas características, había cosas que no podíamos hacer porque resultaban ruinosas. Esas cosas, que eran interesantes, ahora podemos tenerlas en el Echegaray.

-El Echegaray presenta algunos problemas de visibilidad en las butacas superiores, ¿se ha planteado alguna solución?

-El teatro es el que es, ha habido un trabajo estupendo por parte de los arquitectos y es cierto que tiene algunos problemillas, como los laterales, que se pueden ir corrigiendo poco a poco. Pero yo creo que era necesario abrirlo ya para ver quizá esos pequeños problemas y sus grandes ventajas con el uso. Por ejemplo, en la penúltima fila, al sentarse el espectador, le daba el asiento en la rodilla del de detrás; es decir, que había poca distancia. Y ya lo hemos arreglado.

-Pero eliminar la valla de separación entre las dos alturas de butacas parece complicado.

-Es complicado. Se estudió la posibilidad de ponerle metacrilato con el cristal... A nosotros nos hubiera gustado eliminar esa barrera y unirlo todo, pero es complicado porque ya estaba hecho y hacerlo en el momento en el que lo planteamos suponía un pequeño retraso, lo cual no era bueno... En términos generales tenemos un buen espacio. ¿Qué podemos tenerlo mejor? Quizá. Pues vamos a mejorarlo.

-¿Se aprovechará el parón del verano para hacer las mejoras?

-Vamos a emprender un plan de accesibilidad universal colocando un elevador por el lateral que suba hasta el último piso, en colaboración con el Área de Accesibilidad de Raúl López. Estamos sin parar de introducir mejoras y el momento de hacerlas es el mes de agosto.

-¿Y está satisfecha con los resultados de público y recaudación del Echegaray?

-Sí. Tiene sus limitaciones, es lo que es, no permite grandes alegrías, pero sí mucha actividad interesante.

-¿El Cervantes ha sido su mayor reto como gestora cultural?

-Sin duda. Yo he trabajado mucho en la gestión cultural, pero siempre en papeles secundarios. Y aquí tengo un papel protagonista y eso me supone un reto, un esfuerzo, una tensión y una alegría, indudablemente. Siempre tenía a alguien por encima a quien echar las culpas de las cosas, y ahora vienen a mí (risas). Pero estoy muy contenta porque aprendo mucho cada día y porque he conocido a un grupo de gente estupenda. Ahora, ¿que a lo mejor dormía mejor antes que ahora? Pues sí.

-¿Ha sido un año difícil?

-Ha sido un año duro. De cantidad, de estrés...

-Y en el peor momento...

-Sí, ¡eso me da rabia! Es cierto que he llegado en un momento no tan bueno como los anteriores y he tenido que asumir todo lo que venía, lo bueno, lo malo, lo regular y, encima, la crisis. Así si salgo, saldré mejor.

«Con dignidad»

-Más de un año después de su llegada, ¿ha cumplido las expectativas?

-Mi única expectativa era ganarme el sueldo con dignidad, cumplir con lo que me encomiendan. En ese sentido, estoy contenta, creo que he cumplido con el compromiso que adquirí con la ciudad. Y ahora estoy en condiciones de acometer cosas nuevas, con calma y con las limitaciones que impone la situación económica.

-¿Proyectos de futuro?

-Queremos aumentar lo que hemos empezado a hacer y hacer más cosas, lo que pasa es que cuando no tienes recursos económicos todo va más despacio. Pero van. Y tengo dos proyectos preciosos. Uno es en colaboración con el Instituto Municipal del Libro, del 5 al 8 de abril, que es el ciclo sobre Paul y Jane Bowles, porque se cumple ahora el centenario del nacimiento de Paul. Y la otra es un miniciclo de la música de Leonardo Da Vinci. Vamos a traernos los instrumentos que él diseñó y que un luthier ha fabricado artesanalmente, y vamos a hacer un concierto con ellos en abril o mayo.

SUS FRASES

TEATRO ROMANO

«Hay que recuperar el ciclo grecolatino en verano y en el enclave arqueológico»

TEATRO ECHEGARAY

«Es cierto que tiene algunos problemillas, pero se irán corrigiendo poco a poco»

EL TERRAL

«Mi sueño es convertir a Málaga en el Edimburgo del sur; pero necesito el concurso de todos»

VALORACIONES

«Me molesta la mala idea, no la crítica. Pero también va incluida en el sueldo»

EXPECTATIVAS

«Creo que he cumplido con el compromiso que adquirí con la ciudad»

PROYECTO

«Me gustaría que entre todos los teatros andaluces organizáramos nuestra propia gira»

Fuente: Diario Sur

Un festival con desencanto


Un programa poco arriesgado, por miedo a la pérdida de público, marca la recién finalizada edición del Festival de Teatro de Málaga.

El XXVII Festival de Teatro de Málaga terminó sin otra consecuencia que rellenar la programación teatral municipal del 9 de enero al 14 de febrero de este año 2010, segundo bajo la dirección de Charo Ema. Si bien 2009 nos dejó un festival marcado por problemas en el relevo de la dirección –que simplemente asumió lo que ya había–, la crisis económica y el objetivo de conseguir un balance que reflejara cantidad de espectadores a toda costa, con un resultado que mermaba la calidad del evento, en esta edición la indolencia o la falta de perspectiva nos deja un resultado de escasa resonancia y menor proyección. Probablemente la publicación de los resultados finales numéricos alcanzarán la nota satisfactoria necesitada, pero sería interesante conocer cuántos de los espectadores asistentes han comprado su entrada en la taquilla (no las invitaciones, asociaciones, grupos de estudiantes, paseantes casuales por el CAC, etc.), y aún más cuántos abonos se han vendido. Los abonados, en definitiva, son los que verdaderamente dan significado a este tipo de acontecimiento anual. Un tiempo al que se espera para poder disfrutar de las novedades, de los montajes singulares o poco habituales dentro de una programación normal. Sin embargo, el desencanto ha obligado a muchos, no a abandonar el gusto teatral, pero sí a convertirse en consumidores esporádicos. En 2008 se presentaron catorce espectáculos, tres de ellos (dos a nivel internacional) hicieron sus estrenos dentro de la programación, logrando posicionar el festival, gracias a la colaboración con otros grandes festivales europeos, a la altura de algunos de los más reconocidos eventos de sus características, pero se mantenía ciertamente alejado del ciudadano de a pie. En 2009, el evento salió a la calle, se acercó a la universidad, a los profesionales del sector, y al público general con animaciones, charlas, fiestas y tertulias. Aún se dieron tres estrenos absolutos. En 2010, un estreno local. La línea actual parece querer consolidar la apuntada en la última celebración, acomodarse o volverse acomodadiza, en definitiva, no arriesgar por miedo a que el porcentaje estadístico disminuya y el proteccionismo político tambalee. En consecuencia, y sin término medio, pasamos de un festival elitista a uno más común pero camino de 2016, eso sí.Atrás se fueron quedando el Alameda, la universidad, los cursos, las tertulias y las exposiciones, pero se han ido incorporando el Echegaray, el Instituto Municipal del Libro, el CAC, las lecturas dramatizadas, y la presencia profesional malagueña. La calle y los espectáculos destinados a animar con su colorido a los ciudadanos, tuvieron la mala fortuna de encontrarse con un tiempo desapacible que deslució su presencia. Sin embargo esto no ha desanimado a las altas instancias cervantinas a prometer un festival complementario basado en este tipo de espectáculos; una grata idea, si no nos conformamos con dinamizaciones y conseguimos teatro de calle, que es otro cantar. Aplaudible resulta la incorporación de actividades como ´Las Letras del Teatro´ y el ´Ciclo de Autores Contemporáneos´, idea de la compañía malagueña Producciones Si Ache Entertainment en colaboración con el FTM y el IML, que no sólo nos ha ofrecido la oportunidad de conocer de primera mano el método de trabajo de autores teatrales importantes, sino que ha abierto la puerta a la participación de un buen número de actores profesionales malagueños en las tablas del Festival, mediante las lecturas dramatizadas. Y la gran novedad, la estrella de este año, el estreno del Teatro Echegaray como segunda sede es un logro que posibilita por sus estupenda ubicación y buenas (aunque cuestionables) instalaciones, que el número de espectáculos y sus características se amplíen. Curiosidades. De entre las representaciones que han participado, curiosidades como ´Mi vida´, nos dieron la oportunidad de ver interpretar a todo un mito, la propia Hanna Schygulla. Un regalo inolvidable. También inestimable el trabajo de Albert Vidal con su ´Historia de Juan nacido de un oso´, un verdadero alarde actoral. Una más que llamativa puesta en escena de la compañía Teatro Che Y Moche, se alzaba con el galardón más estimable en opinión de muchos con ´Metrópolis´, un buen trabajo de puesta en escena. La espléndida comedia de ´The society´ de la noruega Jo Strømgren Kompany, se dividía entre detractores y defensores. ´Noviembre´, con el estupendo elenco encabezado por Santiago Ramos, y ´Días de vino y rosas´, con la admirable creación de Carmelo Gómez, junto a la más que satisfactoria ´Ser o no ser´, tres ejemplos de teatro nacional de calidad al alcance de todos. ´Tantas voces´, con la dirección de Natalia Menéndez, resultó un ejemplo de dirección realmente interesante. Su oportunidad la tuvieron los malagueños DGB Producciones con ´Do you love me?´. ´El jardín japonés´ mejor estaría en programación infantil, y de ´Fama´, mejor olvidarnos.


Fuente: La Opinión de Málaga