lunes, 27 de julio de 2009

Cantes por Casabermeja



Con una toná con pregón que erizaba la piel, Casabermeja despertó en la noche del sábado su embrujo flamenco de la mano de Jesús Méndez. La «singular manera de cantar» del de Jerez que resaltó Manuel Curao en la presentación que precedió a su arte sobre el escenario imprimió en el polideportivo Antonio Sánchez unas ganas de fiesta que no cesaron hasta las cuatro y media de la madrugada.
Con menos público que en otras ediciones, pero con un ambiente más íntimo, el Festival de Cante Grande de Casabermeja volvió a dar una lección de arte a los centenares de aficionados que desde las once de la noche se arremolinaron en torno al improvisado tablao. Unas malagueñas, unas cantiñas y una triste soleá siguieron a la toná en el cante de Méndez y la guitarra de Miguel Salado, que no se fueron sin entonar una seguidilla y arrancarse por una bulería que hizo bailar al de Jerez.
Tras él, el arte de Mairena de Alcor en la voz de Calixto Sánchez, el cantaor que probablemente más veces se haya dejado ver por Casabermeja y que en esta 38ª edición de su Cante Grande se arrancó por unas malagueñas dedicadas a El Tiriri y unos tientos acabados en tango. La sorpresa la dio con una seguidilla compuesta por él mismo sobre la tragedia de la muerte que Rafael Rodríguez supo encauzar con su guitarra y a la que siguieron alegrías y bulerías y, como no, unos fandangos.
Por alegrías se arrancó a bailar un polifacético Pepe Torres que le sabe dar también a la guitarra y al cante. El componente de Son de la Frontera se rasgó las vestiduras con un baile gitano que volvería horas después al escenario para cerrar el festival por soleá.
La dulzura y desgarro de la hija de Jaime El Parrón llenaron con creces el vacío que se hizo tras el descanso que siguió a la actuación de Pepe Torres. Marina Heredia, con la guitarra de Luis Mariano, se fue por alegrías para caldear el ambiente antes de arrancarse por soleá, seguidilla y «unas malagueñas rematadas con un fandango del Albaicín» para cambiar de tercio y continuar con un tango. A la bulería con la que parecía que iba a concluir su actuación le siguió otra a petición del público compuesta por El Chino.
En pie con Cancanilla
Cancanilla y la guitarra de Antonio Moya, al igual que sus predecesores, también pusieron en pie al público. El marbellí, «cantaor festero pero a la vez profundo» como lo definió Curao, se arrancó por una soleá por bulerías, una seguidilla y un fandango antes de sorprender con una bulería sin micrófono que calló a un aforo que le pidió repetir. Cancanilla volvió a sus raíces de bailaor y zapateó con fuerza antes de dar paso de nuevo a Pepe Torres y a un fin de fiesta en el que se echó en falta a Calixto.


Fuente: Diario Sur

No hay comentarios:

Publicar un comentario